12 julio 2006

Diarios, 1967

Se riega con ginebra el estómago revuelto, corta el césped al sol, nada en la piscina de S,. cuya agua está muy fría. ¡Uf! Vístete como un muchacho de dieciocho años. Como uno de esos carrozones que ves con un deportivo descapotable. Mary habla como si estuviera resfriada, y cuando le pregunto qué le pasa dice que respira por la boca porque no soporta mi olor. Me parece que padezco ese grado de susceptibilidad capaz de anular el sentido del humor. No se ha dicho nada importante, nada que no se pueda olvidar en un instante, y sin embargo me parece que esa observación refleja su carácter y nuestra relacion. S. se va a Stratford a ver obras de Shakespeare. Su vestido es de colores brillantes. Su amiga la viuda viste encaje negro y me parece que no es tan mayor. Mujeres vestidas con excesiva elegancia van al teatro. Salen Rob y Sue, nadamos juntos. Se quedan a cenar, pero en algún momento una copa de más. Ben estaba de morros con la novia, ya se han reconciliado, la achucho un rato y a ella no parece importarle. ¿Pasa algo porque un hombre ponga caliente al ligue de su hijo? ¿Cuál es el problema? Sentado en su Mustang, L. vomita entre las rodillas. Pelo muy largo, cara muy pequeña, vulgar, piel enfermiza. Está demasiado borracho para conducir o hacer cualquier otra cosa, así que le llevamos a la cama. Hablo por teléfono con su padre, un hombre paciente y afectuoso, nada alarmado por el alcoholismo de su hijo. Mi propio hijo, borracho, pendenciero, insensible pero sensible al derrumbe de su amigo, le acaricia el pelo y le dice: "Pobrecillo, estás mareado". Todo se mezcla y lo único que recuerdo esta mañana es eso: las chicas, el vómito, la carne asada, Rob leyendo a Conan Doyle, mi vaso vacío.

2 comentarios:

El Miope Muñoz dijo...

Me dices que es una ficción y lo creo igual, pero ya que hablamos de relatos ¿ para cuando la continuación del marido rural?

¡Un saludo!

MV dijo...

Habrá continuación... no sufras... pero déjame tomar un pequeño respiro estos días.

Enhorabuena por todo!