Dorados (Valentino)
Me tomo un whisky antes de comer, llevo a Federico de paseo. Llueve otra vez, pero no tanto como para estropear el paseo. Es un día horrible, el clima es deprimente. Mary parece esforzarse por aliviar la tensión que hay entre los dos y yo estoy más que dispuesto. Pero el problema de los platos echa todo a perder. No debo lavar los platos sino ocuparme del pequeño. Para mí sería mejor ocuparme de los platos y que ella se ocupara del pequeño. Pero me ocupo del pequeño, que llora y grita hasta que ella deja el trapo y le digo: "Tenemos que hablar; tenemos que hablar. Esto es insoporable. Había pensado escribirte una carta".
"Escríbela", dice riendo, y la situación no tiene salida. No tenemos dónde hablar sin que nos escuchen los hijos. Pero entonces, y nuevamente a las tres de la madrugada, insisto en 3 problemas. (1) Ella debe reconocer que es víctima de depresiones caprichosas y tomar alguna medida al respecto. (2) No la llevaré a New Hampshire. Le hará bien viajar sola y pasar algún tiempo con su padre. (3) Si sigue quejándose de la casa y desea otra, que se busque una de alquiler modesto donde pueda vivir con los niños. Pero a las tres y media cae un aguacero; el viento cambia de dirección, hace falta una manta y bruscamente me siento feliz, bien dispuesto, alegre. Tal vez en ese momento, la rata, el monstruo, mete la cabeza en la trampa y muere desnucada. A la luz de la mañana mis resoluciones se disipa como el humo. No mencionaré las depresiones; la llevaré a New Hampshire; esta misma tarde iremos a ver una granja.
A veces, durante mis fantasías, siento como si hubiera vendido mis partes pudendas al diablo. ¿Cómo es posible imaginar semejante obscenidad sin que haya habido transición?
Diarios, 1958
El Gris (Prada)
Describir la desdicha humana en toda su vastedad e intensidad sin crear un clima de descalificación. Limpiar la desdicha de irritabilidad y morbosidad, dar cierta nobleza al dolor. ¿Se puede hacer, no obstante? ¿Se puede manipular la tragedia sin cierta autoridad moral, sin cierto sentido del bien y del mal?
Diarios, 1960
Black is Black (Gucci)
Mi aparente incapacidad para tener una erección parece estar asociada a mi penosa sensación de extrañamiento. Dolorosamente enajenado, voy a tomar el tren. Veo a un hombre que entrena a un perro a conducir a un ciego. Cuando se acerca a un semáforo, el perro se queda paralizado. En el andén, un joven negro y barbudo flexiona las rodillas, se pasa la mano por la cara interior de los muslos hasta la entrepierna y lanza un grito de júbilo. Acabo de volver de un país comunista y leo los anuncios a la luz de mis recuerdos. Se promocionan dos revistas, no por su contenido, sino por el aumento de espacio de publicidad y el crecimiento de la tirada. Se promete una generación nueva destacada por su vitalidad, su belleza y su poder adquisitivo. Elogios al alcohol y el tabaco entre las alabanzas a dos lamentables espectáculos de Broadway. Si fuera comunista, observaría que la orilla oriental del Hudson que estoy recorriendo es una ruina económica, cultural y humana. El terreno es tan accidentado que no se puede leer un libro y el ferrocarril, que está en quiebra, sobrevive gracias a las subvenciones de la administración, pero entre mis amigos hay quien hizo fortuna con los ferrocarriles en un período anterior de nuestra historia. Las grandes plantas industriales están abandonadas, sólo quedan los pequeños talleres que producen ropa y calzado ordinario en condiciones de explotación. El mejor símbolo de la lamentable situación de la cultrua es una exposición ambulante de pintura, subvencionada por el Estado, en una carpa de circo. En cuanto a la ruina humana, la ves en las caras de los viajeros. El río es ancho, y los esfuerzos por descontaminar el agua rinden sus frutos. Me encanta la vista de una montaña en la margen occidental. Me seduce como el pecho de una mujer, como el hombro de un amigo inclinado para prestar ayuda. Me gusta ver una vela hinchada por el viento. Estoy deprimido. La voluntad de Dios es que no me detenga en esta depresión, pero Platón observó que el alma puede soportar toda clase de bien y toda clase de mal.
Diarios, 1976
College Style (Dsquared)
Un cuaderno nuevo y lo único que tengo que decir es que no siento impulsos de escribir nada, ni siquiera cartas. No recuerdo qué hice cuando terminé la última novela. A fines de invierno me fui solo a Roma. Al aproximarme al final de Bullet Park sentí la necesidad de renovar mi manera de abordar las cosas; es decir, dejar de elaborar mi ficción a partir de los detalles de la vida de clase media alta: era la típica mujer que feminizaba los automóviles y muchos electrodomésticos. Decía "ella" cuando hablaba de Volkswagen, el frigorífico y la lavadora, y cuando se estropeaban decía que estaban enfermas. "Está enferma", decía cuando se estropeaba el frigorífico. Hablaba con los semáforos, decía que el automóvil tenía sed... No quiero escribir más estas cosas.
Diarios, 1968
Maxi Bolsos (Burberry Prorsum)
Como muchos otros, paso el día delante del televisor para ver a Glenn girar en órbita y me acuso de no trabajar. Una vez que el hombre está en órbita, las multitudes abandonan la playa. Siempre me conmueve ver a la gente recoger sus cestas de comida, toallas y muebles plegables y volver al hotel, motel, cabaña o bar. Su prisa, su concentración, comparte la irresponsabilidad de la vida misa. Siempre queda algo abandonado: unas gafas de sol, un bote inflable, un viejo, un rollo de película, un joven con espinillas absorto en un libro de poesía. Se los recordará brevemente como se recuerda a los muertos, pero nadie volverá durante la noche a buscar las gafas ni a recoger al viejo. Al verlos partir tan de prisa mi corazón se sobresalta, como si contemplara las fuerzas de la vida y la muerte. El fin del partido, la última hora de la feria rural.
Diarios, 1962
2 comentarios:
¡Qué bueno!!
Que ganas tengo de hacerme con los maravillosos diarios!!!!
Publicar un comentario