18 enero 2007

"Montauk" de Max Frisch

"Una de las veinte novelas canónicas de la literatura alemana" Marcel Reich-Ranicki


ÉSTE, LECTOR, ES UN LIBRO SINCERO. YA AL COMIENZO TE ADVIERTO QUE EN ÉL NO ME HE PROPUESTO SINO UN FIN DOMÉSTICO Y PRIVADO... LO HE DEDICADO AL USO PARTICULAR DE MIS AMIGOS Y PARIENTES, DE MODO QUE, CUANDO ME HAYAN PERDIDO, LES SEA DADO HALLAR EN ÉL ALGUNOS RASGOS DE MI ESTILO DE VIDA Y DE MI DISPOSICIÓN ANÍMICA... PUES SOY AQUÉL A QUIEN DESCRIBO. AQUÍ HAN DE ENCONTRAR MIS DEFECTOS TAL COMO SON Y MI NATURALEZA SIN PREJUICIOS. EN LA MEDIDA EN QUE LA DECENCIA PÚBLICA LO PERMITA... CONQUE YO MISMO SOY, LECTOR, LA ÚNICA MATERIA DE MI LIBRO. NO ES RAZONABLE QUE EMPLEES TU OCIO EN UN OBJETO TAN FATUO E INSIGNIFICANTE./CON DIOS, PUES, EN MONTAIGNE, A UNO DE MARZO DE 1580.

Un cartel que promete una vista panorámica de la isla: OVERLOOK. Ha sido él quien ha propuesto pararse aquí. Un aparcamiento para cien coches por lo menos, a esta hora vacío. El coche de ella es el único sobre las rayas divisorias pintadas en el asfalto. Es la mañana. Día de sol. Arbustos y maleza alrededor del aparcamiento vacío; nada de vistas panorámicas, por tanto, pero hay un sendero que conduce a través de la maleza y no han necesitado largas deliberaciones: el sendero los llevará hacia la gran vista panorámica. Luego ella ha vuelto al coche. El espera. Tienen tiempo. Un fin de semana entero. Él permanece de pie e ignora lo que en este preciso instante está pensando... En Berlín serán ahora las tres de la tarde... Por lo general, no le gusta esperar. A ella se le ha ocurrido que para ver el Atlántico no le hace falta, en realidad, su bolso de mano. A él todo le resulta inverosímil, pero transcurrido un rato lo ve como una simple certeza: susurros en los arbustos, a continuación los pantalones de ella (el azul claro ajado, por supuesto) y sus pies en el sendero, detrás de muchas ramas y tallos su pelo bastante rojo. Su marcha al coche ha merecido la pena: YOUR PIPE. Y luego echa a andar de nuevo por delante. Se agacha aquí y allá bajo las ramas enmarañadas, y él se agacha bajo las mismas ramas cuando ella camina de nuevo erguida, aún por medio de la espesura. Es una especie de sendero, no siempre distinguible, un sendero silvestre. Primero ha ido él delante: como hombre que está tan poco familiarizado con el terreno como ella. De pronto una zanja cenagosa donde ha tenido que prestarle ayuda, y desde entonces va ella delante. Él también lo prefiere. A ella le causa alegría, así muestra su andar ligero y ágil. El Atlántico no puede quedar lejos. En la altura, una gaviota solitaria. Mientras caminan carga la pipa y se admira sin querer saber de qué se admira. En algunos lugares huele a flores. Ni idea de lo que florece por aquí. Se trata de plantas extrañas. Él se ha comprometido a encontrar el coche en cualquier momento y ella parece confiar en él. Para encender después la pipa tiene que detenerse un instante. Sopla viento. Le han hecho falta cinco cerillas y ella, entretanto, ha continuado la marcha, de forma que durante unos momentos él no alcanza a verla. Durante unos momentos le parece una fantasía o un recuerdo lejano: ese caminar en compañía de una mujer joven. A decir verdad, hay muchos senderos o lo que tiene apariencia de sendero. Por eso ella se ha parado: ¿hacia dónde, ahora? El mapa que él compró ayer está en el coche. Tampoco sería de gran ayuda en este paraje. Se dirigen hacia donde hay sol. No es un sendero adecuado para entablar diálogo. Donde no hay espesura se ve el terreno en rededor: no resulta extraño, por más que él no ha estado aquí en toda su vida. Esto no es Grecia. La vegetación no se parece en nada. Sin embargo, él piensa en Grecia, después otra vez en Sylt. Le molesta que le vengan de continuo los recuerdos. Los dos llevan ya media hora de camino. Quieren ver el Atlántico. No tienen otra cosa que hacer; tienen tiempo. Tampoco esto es Bretaña, donde él estuvo hace un año junto al mar por última vez. El mismo aire costeño. Puede ser que lleve la misma camisa, los mismos zapatos, todo un año más viejo. Sabe dónde se encuentran:


MONTAUK

un nombre indio. Designa la punta norte de Long Island, distante ciento diez millas de Manhattan, y él podría precisar también la fecha:

11.5.1974


Mountak(Mountak, Eine Erzählung)
Laetoli, Pamplona
1ª edición: noviembre 2006
Traducción: Fernando Aramburu


Max Frisch Nació el 15 de mayo de 1911 en Zurich y murió en 1991 en esa misma ciudad. Curso estudios universitarios de germanística y arquitectura.

Destaca como prosista, dramaturgo y diarista. Fue de los primeros autores que profundizó en el problema de la identidad del hombre moderno, reflexionó sobre la necesidad humana de proveerse de una identidad personal y social, de buscar el verdadero ser entre la multitud de máscaras disponibles para disfrazarse ante sí mismo y ante los demás.

Piscina pública de Letzigraben, aún existente, diseñada por Max Frisch. El proyecto había recibido años antes el primer premio en un concurso

2 comentarios:

Anónimo dijo...

I love your blog very much! Well done!

Enrique Ortiz dijo...

I love too; me lo pienso comprar, cómo me ha gustado la introducción. Qué jugoso parece. Besos.