14 marzo 2007

"Amor en clima frío" Nancy Mitford



-¿Sabes una cosa, Fanny? -me dijo una vez-. No tiene ni la menor importancia que no puedas vestirte con ropas caras, porque además no tendría sentido. Tú eres como de la familia real, querida. Te pongas lo que te pongas, estás siempre igual. Lo mismo les pasa a los miembros de la realeza.
No me complació demasiado su diagnóstico, pero en el fondo era consciente de que tenía toda la razón. Nunca podría yo dármelas de ir muy a la moda, ni siquiera aunque lo intentase tan en serio como lady Montdore, con mi pelo crespo como el brezo y mi cara redonda y saludable.
Recuerdo que mi madre, en una de sus muy contadas visitas a Inglaterra, me regaló una chaquetilla en paño rojo de Schiaparelli. A mí me pareció sencilla, nada atractiva, de no ser por la etiqueta que llevaba en el forro. Me dieron ganas de ponerla al revés, para que todo el mundo supiera de su procedencia. La llevaba puesta en vez de la chaqueta de punto habitual cuando Cedric vino de visita.
-¡Ajá! -dijo nada más entrar-. Así que ahora vestimos de Schiaparelli. Me pregunto qué vendrá despues.
-¡Cedric! ¿Cómo es posible que lo sepas?
-Querida mía, Uno siempre sabe. Las cosas tienen firma propia, basta con que utilices los ojos y los míos parecen estar acostumbrados a una gama de objetos más amplia que los tuyos: Schiaparelli, Revoux, Fabergé, Viollet le Duc... Siempre lo sé con un solo golpe de vista, literalmente uno solo. Así que tu perversa madre, la Desbocada, ¿ha estado por aquí desde la última vez que vine?
-¿Y no es posible que la haya comprado yo por mi cuenta?
-No, no, querida mía. Tú estás ahorrando para dar una buena educación a tus doce inteligentísimos hijos. ¿Cómo ibas a malgastar veinticinco libras en una chaquetilla?
-¡No me digas! -exclamé- ¿Esto cuesta veinticinco?
-Yo diría que por ahí andará.
-Pues que estupidez. Podría haberla hecho yo misma.
-¿De veras? En tal caso, ¿tú crees que yo habría dicho, sin dudar, que es de Schiaparelli?
-No tiene más de un metro de paño, que costará una libra si es que llega -seguí diciendo, horrorizada por el despilfarro.
-¿Y cuántos metros de lienzo hay en un cuadro de Fragonard? ¿Y cuánto cuestan unas planchas de madera o la piel de una cabritilla, antes de que una persona inteligente las convierta en una cómoda con su espejo o en una encuadernación de marroquinería? El arte no es cuestión de metros, como tampoco Uno es sólo carne y hueso. Por cierto, tengo que avisarte de que Sonia vendrá dentro de un minuto y querrá que se le sirva un té bien fuerte. Al entrar, me he tomado la libertad de hablar con la señora Heathery, aprovechando que soy el amor de su vida. Y he traído algunas magdalenas de la Cadena, que he dejado de su mano.
-¿A qué se dedica ahora lady Montdore? -pregunté a la vez que procedía a ordenar la sala.
-¿En este preciso instante? Está en Parker's, comprándome un regalo de cumpleaños. Se supone que ha de ser una gran sorpresa, pero fui yo antes a Parker's a preparar el terreno. Mucho me sorprendería si la gran sorpresa no es el Repositorio de Ackerman.



Una reseña interesante (y con cotilleos) en ojos de papel y otra más en La Vanguardia

Nancy Mitford
Amor en clima frío
Libros del Asteroide
Traducción de Miguel Martínez-Lage



La gracia de tu estilo se basa en tu renuncia a distinguir entre la cháchara femenina y el lenguaje literario.
Evelyn Waugh

2 comentarios:

Enrique Ortiz dijo...

Si es verdad lo que dice Waugh (si lo es, dímelo por favor), vamos me la leo ya.

Anónimo dijo...

En este blog solo cosas que me MOLAN MUCHO (de Cheever para abajo)

Te contesto con detalle por email